El playground. Un lugar para caer y levantarse. Caer nuevamente y volverse a levantar. Años después y ya con mil responsabilidades encima, tengo mi propio playground. Salgo a hacer lo que quiero, nadie me dice cuando comienza o termina todo. Los lugares, las personas, todo cambia constantemente. Pero, si cuando tenía 8 años todo transcurría en un enrejado en el patio trasero de un colegio católico con niños jugando a los power rangers. Ahora, en mi playground tengo amigos que juegan a querer hacer las cosas ellos mismos, me incluyo. Y porque los finales traen nuevos comienzos. Estoy de vuelta.
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